Sociedad Individualmente Religiosa
Es difícil expresar con claridad un cúmulo de conceptos, de sentimientos y en fin de creencias que hacen a una persona pensar como lo hace.
Como en toda construcción personal, cada concepto que creamos, cada parte una de las partes que nos compone hace sinergia con el resto de los elementos que nos componen, en realidad somos como un todo que se potencia, combina y crece de a cuerdo a nuestro interés en ello.
Esto se vuelve todavía mas complicado cuando lo se quiere plasmar algo, sobre todo si eso que se quiere plasmar, esta muy intrincado con los razonamientos particulares de la persona. En el caso de este texto puntual el tema de la religión.
Este paradigma, por llamarlo de alguna forma, en esencia supone corresponder a categorías generales. Se supone que entre las religiones se puede hacer una taxonomía. Yo en realidad no estoy muy de acuerdo con esto, aunque sí es cierto que hay religiones monoteístas y politeístas. Pero ahondar más en una clasificación real del tema no sólo es irrelevante, sino que también puede llegar a ser muy inicuo y llevar a sobrevalorar el elemento religioso más que el cultural (que en una última instancia debería tener un valor un poco más trascendente).
Para entrar un poco más de lleno al tema central del texto, resulta útil citar a Manuel Castells (un sociólogo español, NO confundir con Raúl), quien de forma muy profunda describe, y en cierta medida trata hasta de explicar la sociedad actual. Dice él "Nuestras sociedades se encuentran cada vez más estructuradas en un entorno bipolar entre la red y el yo", lo que en realidad sirve de esto para describir una concepción de la vida y la forma espiritualidad cada vez mas difundida, es el hecho de la constante oposición que se haya entre el individuo, aislado per se en un mundo y una sociedad dinámica y la vez absolutamente vinculable y vinculado con gran cantidad de personas y entidades de manera directa o no. No me voy a detener a explicar si es, o no, egotista y a la vez muy descentrado y relacionado con los demás, por que me llevaría mucho y no es lo central del post.
Sin embargo, para volver a la cuestión, cabe destacar que el hecho de ser uno mismo el centro de sus acciones y de su formación cultural (ya que lentamente se produce un crisol cultural a escala global donde a grandes rasgos la forma de actuar y de pensar -más allá del pluralismo de ideas- en el mundo informatizado se homogeniza) lo llevan a construir cosmovisiones absolutamente personales que, a priori, pueden parecer muy similares a las de sus congéneres, pero que al encontrarse en el mar de la información inagotables, genera variaciones de argumentos, razonamientos, ideales del yo, bagajes cultural y sobre todo de su manera de interactuar con los otros (no referido propiamente a la interacción, si no a los conceptos morales que afectan estas relaciones en y con el entorno personal, pero siempre en relación con lo verdaderamente trans-relacional).
De esta manera nos encontramos con un prototipo de hombre muy similar, estructuralmente hablando, con los demás, pero muy distinto en todo lo que pueda llegar a merecer una valoración subjetiva (esto puede parecer un absurdo o una redundancia cuando decimos que tiene valoraciones subjetivas personales, pero lo importante en este modelo de hombre, es que cambia el marco del subjetivismo –casi llegando al punto del relativismo absoluto- por uno mucho mas amplio y endeble, en el que todo es como él lo plantea, tal vez siguiendo a las tendencias que él mismo impuso, en una especie de orden espontáneo hayekiano), así la persona se vuelve medianamente culta, explorando desorientada un mar de conocimiento inexacto, que a su vez da a entender el ser inexacto, lo que produce una retroalimentación positiva generando una desconfianza a todo lo que no supere su escepticismo, lo cual solo sucede cuando él mismo produce lo que luego va a creer.
Por lo tanto, los monopolios de la información son cada vez mas escasos y con ello los de la educación, ya sea formal, informal o religiosa (separo esta última por su importancia para el articulo y para la relación personal con el entorno). Luego las personas, obligatoriamente, se ven forzadas a enfrentarse con la realidad y con las típicas preguntas que todos los humanos, en algún momento necesitan responder para continuar sus vidas (A saber: ¿Por qué estoy acá? o ¿A dónde iré cuando muerto?, etc.). Al carecer de una educación estructurada y en efecto orientado hacia una “fe” religiosa tradicional, sumado al conocimiento de la subjetividad absoluta inherente al ser humano en todos los aspectos (incluida y destacada la moral), agregando, la certeza cognoscitiva de las falencias y desgracias coyunturales de las distintas épocas, así como las maravillas descubiertas o inventadas por el hombre, es natural que ya no dude si existe un creador (Hacedor para Borges) si no que más bien duda de su inexistencia.
El contexto ya planteado es en gran parte lo que da un sentido a la nueva creencia, aunque decir creencia puede ser un contrasentido en si misma, ya que la gente no solo deja de creer en el Hacedor, también lo deja de hacer en aquellos que sabe que existen, no duda, entonces, de sus existencias, si no de sus valores morales, conoce que el valor (en si) es subjetivo, y por lo tanto no da como algo central su ser para nadie mas que si mismo; incluso, aunque suene difícil de creer, y de hecho es difícil de comprobar puede que deje de ser él mismo el centro cuando asume, por decisión personal, que alguien o algo más es el centro (aunque se podría argumentar que el mismo es el que lo decide, sin dejar de ser absolutamente él el eje).
Este ser asume en si mismo un rol distinto, da por entendido que no hay nada más allá de la vida, no conoce la mortalidad, solo hay vida y nada más, solo vive y lo hace lo mejor que puede en relación a si mismo, a lo que cree él como lo mejor, que en el estado utópico en el que todos reconozcan la existencia de esta manera entenderán cada reacción bajo este principio “de subjetividad” aceptando y actuando con prevención a acciones ajenas que pudiesen afectarlo.
Sólo él está, hay otros, pero no convive con ellos, solo están juntos en tiempo y espacio, no hay armonía, hay caos, un caos ordenado, y controlado individualmente por cada persona, siempre que ésta asuma su papel primordial desde si mismo y que solo afecta lo que él pueda afectar. De esta forma no solo exime absolutamente al resto de sus acciones al entenderlos como lo que en verdad son, si no que se adjudica totalmente las responsabilidades propias de sus actos, no compra un cielo ni evita un infierno, solo hace en vida lo que considera correcto y paga lo que en determinadas circunstancias tiene o debe solo por estar en sociedad.
La atomización cultural en este sentido no implica displicencias sociales, ya que en mayor o menor medida siempre existen átomos sociales que, en conjunto, de una u otra manera logran evolucionar, progresar y si el contexto y la subjetividad individual se puede poner de acuerdo permitiéndolo, lograr un estado algo mejor para todos…
Como en toda construcción personal, cada concepto que creamos, cada parte una de las partes que nos compone hace sinergia con el resto de los elementos que nos componen, en realidad somos como un todo que se potencia, combina y crece de a cuerdo a nuestro interés en ello.
Esto se vuelve todavía mas complicado cuando lo se quiere plasmar algo, sobre todo si eso que se quiere plasmar, esta muy intrincado con los razonamientos particulares de la persona. En el caso de este texto puntual el tema de la religión.
Este paradigma, por llamarlo de alguna forma, en esencia supone corresponder a categorías generales. Se supone que entre las religiones se puede hacer una taxonomía. Yo en realidad no estoy muy de acuerdo con esto, aunque sí es cierto que hay religiones monoteístas y politeístas. Pero ahondar más en una clasificación real del tema no sólo es irrelevante, sino que también puede llegar a ser muy inicuo y llevar a sobrevalorar el elemento religioso más que el cultural (que en una última instancia debería tener un valor un poco más trascendente).
Para entrar un poco más de lleno al tema central del texto, resulta útil citar a Manuel Castells (un sociólogo español, NO confundir con Raúl), quien de forma muy profunda describe, y en cierta medida trata hasta de explicar la sociedad actual. Dice él "Nuestras sociedades se encuentran cada vez más estructuradas en un entorno bipolar entre la red y el yo", lo que en realidad sirve de esto para describir una concepción de la vida y la forma espiritualidad cada vez mas difundida, es el hecho de la constante oposición que se haya entre el individuo, aislado per se en un mundo y una sociedad dinámica y la vez absolutamente vinculable y vinculado con gran cantidad de personas y entidades de manera directa o no. No me voy a detener a explicar si es, o no, egotista y a la vez muy descentrado y relacionado con los demás, por que me llevaría mucho y no es lo central del post.
Sin embargo, para volver a la cuestión, cabe destacar que el hecho de ser uno mismo el centro de sus acciones y de su formación cultural (ya que lentamente se produce un crisol cultural a escala global donde a grandes rasgos la forma de actuar y de pensar -más allá del pluralismo de ideas- en el mundo informatizado se homogeniza) lo llevan a construir cosmovisiones absolutamente personales que, a priori, pueden parecer muy similares a las de sus congéneres, pero que al encontrarse en el mar de la información inagotables, genera variaciones de argumentos, razonamientos, ideales del yo, bagajes cultural y sobre todo de su manera de interactuar con los otros (no referido propiamente a la interacción, si no a los conceptos morales que afectan estas relaciones en y con el entorno personal, pero siempre en relación con lo verdaderamente trans-relacional).
De esta manera nos encontramos con un prototipo de hombre muy similar, estructuralmente hablando, con los demás, pero muy distinto en todo lo que pueda llegar a merecer una valoración subjetiva (esto puede parecer un absurdo o una redundancia cuando decimos que tiene valoraciones subjetivas personales, pero lo importante en este modelo de hombre, es que cambia el marco del subjetivismo –casi llegando al punto del relativismo absoluto- por uno mucho mas amplio y endeble, en el que todo es como él lo plantea, tal vez siguiendo a las tendencias que él mismo impuso, en una especie de orden espontáneo hayekiano), así la persona se vuelve medianamente culta, explorando desorientada un mar de conocimiento inexacto, que a su vez da a entender el ser inexacto, lo que produce una retroalimentación positiva generando una desconfianza a todo lo que no supere su escepticismo, lo cual solo sucede cuando él mismo produce lo que luego va a creer.
Por lo tanto, los monopolios de la información son cada vez mas escasos y con ello los de la educación, ya sea formal, informal o religiosa (separo esta última por su importancia para el articulo y para la relación personal con el entorno). Luego las personas, obligatoriamente, se ven forzadas a enfrentarse con la realidad y con las típicas preguntas que todos los humanos, en algún momento necesitan responder para continuar sus vidas (A saber: ¿Por qué estoy acá? o ¿A dónde iré cuando muerto?, etc.). Al carecer de una educación estructurada y en efecto orientado hacia una “fe” religiosa tradicional, sumado al conocimiento de la subjetividad absoluta inherente al ser humano en todos los aspectos (incluida y destacada la moral), agregando, la certeza cognoscitiva de las falencias y desgracias coyunturales de las distintas épocas, así como las maravillas descubiertas o inventadas por el hombre, es natural que ya no dude si existe un creador (Hacedor para Borges) si no que más bien duda de su inexistencia.
El contexto ya planteado es en gran parte lo que da un sentido a la nueva creencia, aunque decir creencia puede ser un contrasentido en si misma, ya que la gente no solo deja de creer en el Hacedor, también lo deja de hacer en aquellos que sabe que existen, no duda, entonces, de sus existencias, si no de sus valores morales, conoce que el valor (en si) es subjetivo, y por lo tanto no da como algo central su ser para nadie mas que si mismo; incluso, aunque suene difícil de creer, y de hecho es difícil de comprobar puede que deje de ser él mismo el centro cuando asume, por decisión personal, que alguien o algo más es el centro (aunque se podría argumentar que el mismo es el que lo decide, sin dejar de ser absolutamente él el eje).
Este ser asume en si mismo un rol distinto, da por entendido que no hay nada más allá de la vida, no conoce la mortalidad, solo hay vida y nada más, solo vive y lo hace lo mejor que puede en relación a si mismo, a lo que cree él como lo mejor, que en el estado utópico en el que todos reconozcan la existencia de esta manera entenderán cada reacción bajo este principio “de subjetividad” aceptando y actuando con prevención a acciones ajenas que pudiesen afectarlo.
Sólo él está, hay otros, pero no convive con ellos, solo están juntos en tiempo y espacio, no hay armonía, hay caos, un caos ordenado, y controlado individualmente por cada persona, siempre que ésta asuma su papel primordial desde si mismo y que solo afecta lo que él pueda afectar. De esta forma no solo exime absolutamente al resto de sus acciones al entenderlos como lo que en verdad son, si no que se adjudica totalmente las responsabilidades propias de sus actos, no compra un cielo ni evita un infierno, solo hace en vida lo que considera correcto y paga lo que en determinadas circunstancias tiene o debe solo por estar en sociedad.
La atomización cultural en este sentido no implica displicencias sociales, ya que en mayor o menor medida siempre existen átomos sociales que, en conjunto, de una u otra manera logran evolucionar, progresar y si el contexto y la subjetividad individual se puede poner de acuerdo permitiéndolo, lograr un estado algo mejor para todos…