martes, octubre 24, 2006

Perfectibilidad Humana

Todos queremos ser perfectos, pero nuestra manera de entender lo que eso significa puede variar mucho, y de hecho lo hace. Teniendo en cuenta que la perfección es la adquisición del grado máximo de una cualidad, hay que ver que representa esto en nuestras vidas.
En lo absoluto no hay dinamismo posible para lo perfecto, ya que al cambiar de estado no se tendría algo que cumpliera con los estándares de máxima eficiencia en todo momento, por lo que podría llegar a ser mejor y de esta manera jamás podría ser perfecto.
Cuando hablamos de seres humanos es imposible omitir de esta concepción el hecho fundamental de que las personas cambian continuamente, de instante a instante, ya que la realidad que los rodea a su vez se modifica y los modifica a estos. De esta manera los seres humanos por definición carecen en absoluto de perfección, pueden ser excelentes, pero son siempre mejorables.
Al calificar en cualquier contexto, sobretodo académico, es necesario omitir el factor de dinamismo coyuntural, el cual implica que somos humanos capaces de adaptación y no de perfección. Por lo tanto la valoración máxima otorgada por un sujeto a otro, no implica que éste no pueda mejorar, si no que bajo determinadas circunstancias de un teórico estatismo supuesto con fines prácticos, ha demostrado la no perfectibilidad para ese estado modélico, totalmente ajeno a la realidad cotidiana.
De esta manera, auto-juzgarse por la calificación subjetiva que otro sujeto imparcial e imperfecto otorgue a nuestro desempeño en un estado extremadamente modélico y contaminado por la cualidad humana básica de perfectibilidad (aclaro, los sentimiento), no debería implicar jamás motivo de pedantería real, ya que cuanto mas cumplamos con las necesidades de un modelo abstracto y estático, menos lo haremos con la realidad dinámica, compleja y alógica a la que nos debemos enfrentamos día a día.
Es así como llegamos a aceptar que equivocarnos alimenta siempre un poco más a nuestra necesidad real de acercarnos a una meta inalcanzable, la perfección, que no es noble ni egoísta, que bajo la mirada de cada ser es distinta, que supera al ideal del yo personal, ya que mientras esto último es lo que se quiere conseguir como meta máxima, la perfectibilidad refleja la cualidad de ambición inherente al ser humano que refleja la necesidad de ser siempre un poco menos imperfecto, aún cuando siempre será perfectible, hasta habiendo superado su ideal del yo previo, por mucho.
Somos humanos, por lo tanto imperfectos, o mejor aún perfectibles, no hay un ranking de las mejores personas que sea efectivo y que evalúe todos los posibles factores que hacen a un hombre (como especie), por lo tanto esta en cada uno cuánto nos esforzaremos por ser mejores en relación al único que puede evaluar eso con total sinceridad (nosotros mismos), por eso hay que saber siempre que por muy perfectos que seamos siempre podemos serlo un poco más, o visto desde otro punto de vista, por mas imperfectos que seamos siempre podríamos ser menos perfectos.
Esto llevado a la praxis cotidiana no significa mucho más que decir que por más que seamos excelentes, siempre podemos mejorar un poco, que siempre hay alguien más perfecto que uno, y que la única comparación válida, como ya dije varias veces, debe ser con uno mismo…

lunes, octubre 23, 2006

La Hipocresía como virtud

Es conocido por todos que las mentiras son intrínsecamente malas, que a la larga nos perjudican y que nos hacen daño, tanto si las creamos como si las recibimos. Esencialmente esto puede ser verdad, pero cuando miramos un poco más en la interacción social encontramos que hay mucho detrás de lo que se dice y se hace para que el mundo funcione como lo hace (no bien ni mal, solo funciona que es bastante).
Eso que ahí esta no es la verdad, no es la sinceridad, ni la diplomacia. Es quedarse callado en un primer momento, es esperar unos instantes antes de hablar, es elegir palabras ambiguas para demostrar nuestra posición incierta, es esencialmente ser hipócrita.
No decir lo que sentimos o pensamos muchas veces es bueno, no es que favorezca a las mentiras, si no que si todos dijéramos lo que pensamos cuando no es necesario, no es relevante o en verdad no afecta a lo importante del contexto, ofenderíamos a mas de uno por que las primeras impresiones no siempre son buenas, generalmente son equivocadas, casi siempre buscamos cosas diferentes, y siempre nos equivocamos en algo de lo que percibimos del otro. Por lo tanto, esperar un poco antes de hablar puede ayudarnos mucho, por lo menos puede evitar que nos perjudiquemos solos.

Hasta acá no hay nada nuevo, pero que pasa si digo que todos somos hipócritas, y que aunque criticamos esa forma de ser, la usamos a diario y convivimos aceptándola, más que como algo común como algo necesario. En verdad ser así no es más que dar otra oportunidad, es tantear el terreno, decir algo totalmente opuesto a lo que pensamos, por que al fin y al cabo, podemos haber visto mal, entendido erróneamente, y no queremos que por esto no sólo se acaben nuestras posibles negociaciones con esa persona, sino que también tengamos un potencial enemigo. De esta manera sólo actuando contrariamente a lo que sentimos, sonriendo quizás, podamos comprender que en un segundo encuentro esa persona era totalmente opuesta a lo que creíamos, para bien o para mal.
Otras tantas veces no tenemos la opción de elegir con quien nos vamos a relacionar, ya sea en un trabajo, un curso, o cualquier situación de la vida. No controlamos todo y eso menos. Y aunque muchas veces no soportemos en absoluto a alguien, puede ser muy contraproducente declararle nuestro desprecio, es más prudente evitar ese tipo de enfrentamientos lo máximo posible. Al final la tolerancia traerá la paz, si es que aquello es lo que en verdad queremos, no?
Siguiendo un poco mas con lo anterior, se imaginan que feo que sería ver a una persona que sabe que no nos cae bien durante todos los días? Lo más triste es que a lo mejor nosotros sí le caíamos bien, pero como lo rechazamos o le mostramos que él no nos parecía agradable terminó odiándonos mal. Tal vez, si esperábamos un poco veíamos los intereses en común que teníamos, y que las diferencias eran sólo cuestión de piel.
Es por esto que sigo argumentando que esperar y no ser del todo directos y sinceros puede ser mucho más productivo no solo para nuestra vida social si no, a gran escala, para toda la sociedad, ya que si todos cortamos nuestros lazos estaríamos odiándonos mutua y continuamente no generando guerras ni nada por el estilo, si no cortando lentamente los lazos sociales que atan la interacción, nos volveríamos Más egoístas, en el mal sentido, y por mas buenas que pudieran llegar a ser nuestras acciones terminaríamos solos y bien muertos.
Para decirlo con otras palabras, no tenemos que mentir descaradamente respecto de todo, sólo ser sinceros en la justa medida, lo necesario para que la gente confíe en nosotros, ni más ni menos. Hay que ayudar a los demás y tratar de relacionarnos mas con quienes nos caen bien y comparten nuestros valores, pero si la “diplomacia” no sirve, se puede ser directo, para preservar la propia salud mental, hay que ver si es peor estar solo o mal acompañado, teniendo en cuenta que siempre alguien nos ve y que tu dime con quien andas y te diré quien eres…

martes, octubre 03, 2006

Como hace mucho que no…

Hay ciertas conductas que las personas repiten casi sin darse cuenta (no inconscientemente por que no llega ese nivel, saben que las hacen pero no las buscan, aunque si las disfrutan), son cosas muchas veces importantes y que le dan a la persona que las lleva a cabo una cierta autonomía. Quiero decir que, en el caso puntual que quiero contar, son acciones importantes y que ayudan a estar bien con uno mismo, pero que la sobre-ocupación, la falta de tiempo por otras cosas, algunos estados que lo impiden, o la misma dejadez, hacen que uno se olvide cuanto lo satisfacían a uno, y hasta cuanto lo liberaban de todas las presiones.
Puntualmente, lo que yo no hacia hace mucho y que hoy, de pura casualidad, hice es una boludez: “sobremesa” pero no una sobremesa común, la gente que ha comido conmigo sabe que aun cuando lo que coma (si como que por boludo no es muy seguido) sea algo muy simple, me encanta sentarme en la mesa durante un tiempo considerablemente largo, si estoy con alguien (que es lo que puede saber la otra gente) a filosofar un rato, o a contar anécdotas sobre lo que sea; y si estoy solo, a pensar, imaginar, soñar, recordar, tomar lo que me quede en la botella, o lo que sea, solo a pasar el tiempo.
En relación a cuando comía acompañado por amigos, estaba bueno cuando hacíamos asados en mi casa. Yo preparaba el fueguito, me poseía cortando y desengrasando la carne, y le ponía TODO el empeño que se puede poner, lo que no implica que quedara rico o feo, mas de una vez he tenido accidentes cocinando… que se me incendie la parrilla, que se me acabe el fuego o incluso que se me secó la carne (eso si bebida NUNCA faltó). Igualmente siempre le servia a todos, cada vez que se quedaban sin carne, o lo que fuese, después seguía comiendo; generalmente todos terminaban y yo continuaba comiendo, algunos intentaban seguirme, pero tarde o temprano se rendían y al final quedaba solo, comiendo vació y hablando con alguna persona que se quedaba tomando cerveza o vino y charlando con migo. Ahora no tengo lugar para hacer asado, ni compañía que amerite tanto esfuerzo (salvo Fran pero por 2 no cocino tanto).
Por otro lado están esas ocasiones, muy numerosas hace algún tiempo, y tan escasas hoy por hoy, no son raras por que siempre coma acompañado, si no por que generalmente no me tomo el tiempo de pensar después de la cena solo…Sólo me levanto, lavo las cosas y a otra cosa. Pero hoy hubo una especie de paralelismo, antes llevaba muchas cosas a la mesa, la botella de agua, vino o cerveza, el jamón crudo, el pan, las galletas, el jamón cocido, el queso en feta, el queso untable, el fiambrín, las berenjenas, y alguna cosa más seguro. Comía... y pensaba, y me conocía un poco más, recapacitaba, (no estoy tratando de hacer apología a la droga, estoy tratando de hacer apología a la reflexión y a la autocrítica) me sentaba en la mesa algunas horas a veces, en silencio muchas veces, y me conocía un poco más. Hoy fue similar, en mucha menor escala, y con mucha menos reflexión, pero tanta mayor intensidad que hasta tuve que escribir al respecto, sólo había salamín en la mesa (gentileza de mi hermano mayor por cuidar de su gato), y berenjenas al escabeche (gentileza de mi madre por ser un excelente hijo), un poco de vino tinto y sal, pero sin darme cuenta el sentimiento era el mismo, la situación muy parecida, al ambiente físicamente distinto, pero esencialmente igual y después de todo yo soy el mismo, un poco –bastante- cambiado, pero el mismo al fin, y creo que por mucho tiempo que pase hay ciertas cosas que no podemos ni queremos cambiar, sobretodo aquellas no le hacen mal a nadie y mucho bien a nosotros mismo…