La vuelta
Casi 3 meses, 9 post en el medio, y... y... muchas cosas en el medio. El viernes a las 10 de la mañana llegue otra vez a CABA. Por primera vez desde que vivo acá se me complicó la huída, no por querer quedarme en mi exciudad, sino por no querer volver, y no por no querer volver a CABA, sino por todas esas cosas intermedias que cambiaron mucho la forma de entender algunas cosas desde que escribí el 24 / 12.
La incertidumbre es fatal, sobre todo cuando es global. Cuando vez el contexto con certeza y comprendes las posibilidades es cuando realmente la incapacidad de predicción te quema el bocho. No explotó ningún mundo desde aquel post. O si. Pero los quiebres son personales e inexistentes. La gente no cambia y no se trauma de un día para el otro y por un hecho en particular aislado. Ese tipo de cosas si son demasiado fuertes son suprimidas. Pero hoy no tengo ganas de hablar de psicología ni de filosofía, si no de contar someramente y metafóricamente una anécdota.
Lo que viví en resumen fue un giro... no de 180 grados ni de 360, más bien un giro descontrolado con incalculables vueltas, idas y venidas, comenzó un par de semanas antes del post, y siguió hasta el viernes, habrá que ver si con la vuelta termina o las 10 semanas pasadas solo fueron el comienzo. Dejé lo que tenía, aunque no fui por más, lo deje siendo consciente de la posibilidad de no poder recuperarlo, no me importó. Me fui y perdí, perdí 6 veces por cada victoria... No hay mal que dure 100 anos, no hay cuerpo que lo soporte tampoco. Y no hay joven que no se replantee todo cuando se da tantas veces la cabeza contra la pared. Lo bueno y lo malo es relativo... ya lo he escrito muchas veces, lean un poco más del blog si quieren encontrarlo.
Yo creo que es mejor sufrir a desconocer todo en absoluto. Por lo que no me consterno tanto. Pero la ida fue complicada, la incertidumbre interesante y la vuelta en el quehacer cotidiano más normal de lo que esperaba. Será por lo que dije de que no hay quiebres en absoluto?
Casi tres meses no es poco tiempo, en realidad es nada, un parpadeo prácticamente, pero mientras más intensos ocurran menos tiempo parecen y más largos son para recordarlos. Los viajes complican las cosas, agregan nombres de lugares, galles, medios de transporte, personas circunstanciales, e infinidad de detalles más que a la hora de procesarlos terminan por hacernos entender que no entendemos nada.
Yo esperaba pasividad. Leer, asolearme, nadar, charlar, tomar mate, salir a veces, reencontrarme, relajarme, quizás divertirme. Encontré lo que no esperaba, más bien, lo que esperaba y mucho más. Un ambiente frenético y calmo a la vez. Privado y público. Romántico y lujurioso. La pura verdad condimentada con cicuta, en un recipiente de oro con bordes de cianuro.
Si a los tres meses, que deberían ser dos si le restamos el tercio correspondiente a las 8 horas por día de sueño, se lo sumamos en sueños vívidos, tan recordados como las mismas vivencias del día anterior o mejor y tan reales como la realidad misma. Nos da 3 meses vividos completamente, muy intensos y casi sin descanso. Los significados simbólicos adquiridos a través de los sueños son muy fuertes, son increíblemente poderosos a la hora de actuar, nos condicionan terriblemente y nos generan falsas visiones de la realidad (o no tan falsas).
Volver a la tierra del absurdo o quedarse en la tierra de los extremos excesos, maniqueos y descontrolados es una elección difícil. Más cuando estás mareado, lo que te da más miedo de volver a lo conocido, sobre todo si mucho de los golpes provienen del lugar al que hay que volver.
Finalmente, pareciera ser que la vuelta es simplemente un paso más que hay que dar. Que cueste es un detalle, un simple trámite más, raro, nunca antes vivido, y con el que espero no tener que verme enfrentado nunca más, que haya sido circunstancial. Que lo que me gusta de esta ciudad, (que lo mencioné casi todos los días desde antes de aquel post) nunca se me olvide, y que la rutina no nos corrompa aunque cumpla su función estructural fundamental y nos ayude a seguir con lo que hacemos porque nos gusta hacer, sea eso lo que ocurra. Ese es mi deseo en la continuación de esta etapa.
La vida es oscilante, como si fuera una onda, alcanza sus crestas en algunos momentos y sus fondos en otros, los hechos son extremadamente dinámicos, y ocurren en simultaneo cosas buenas y malas, mientras más cosas pasan, en proporción, más cosas malas pasan, pero a veces las cosas buenas tienen un valor personal mas fuerte o 'valedero'. Y es esa expectativa la que nos hace seguir adelante, la de encontrar lo que en verdad buscamos aunque los golpes que nos dan sean muy fuertes. A pesar de todos los golpes en grandes o pequeñas cantidades, seguimos a delante con todo porque hay cosas buenas que queremos que nos pasen, que queremos hacer o formar parte y facilitar su producción, es eso lo que nos (o me mantiene en pie) cuando todo lo que recibimos son malas noticias. No nos toca, esta vez, matar al mensajero, aunque eso queramos, tal vez lo mejor sea hacerlo pasar y darle una taza de té, café o convidarle unos mates o una cerveza. Ya al mensajero le pasaron cosas malas. Y ya a nosotros nos tocarán tiempos mejores, por lo menos eso espero...
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