lunes, octubre 23, 2006

La Hipocresía como virtud

Es conocido por todos que las mentiras son intrínsecamente malas, que a la larga nos perjudican y que nos hacen daño, tanto si las creamos como si las recibimos. Esencialmente esto puede ser verdad, pero cuando miramos un poco más en la interacción social encontramos que hay mucho detrás de lo que se dice y se hace para que el mundo funcione como lo hace (no bien ni mal, solo funciona que es bastante).
Eso que ahí esta no es la verdad, no es la sinceridad, ni la diplomacia. Es quedarse callado en un primer momento, es esperar unos instantes antes de hablar, es elegir palabras ambiguas para demostrar nuestra posición incierta, es esencialmente ser hipócrita.
No decir lo que sentimos o pensamos muchas veces es bueno, no es que favorezca a las mentiras, si no que si todos dijéramos lo que pensamos cuando no es necesario, no es relevante o en verdad no afecta a lo importante del contexto, ofenderíamos a mas de uno por que las primeras impresiones no siempre son buenas, generalmente son equivocadas, casi siempre buscamos cosas diferentes, y siempre nos equivocamos en algo de lo que percibimos del otro. Por lo tanto, esperar un poco antes de hablar puede ayudarnos mucho, por lo menos puede evitar que nos perjudiquemos solos.

Hasta acá no hay nada nuevo, pero que pasa si digo que todos somos hipócritas, y que aunque criticamos esa forma de ser, la usamos a diario y convivimos aceptándola, más que como algo común como algo necesario. En verdad ser así no es más que dar otra oportunidad, es tantear el terreno, decir algo totalmente opuesto a lo que pensamos, por que al fin y al cabo, podemos haber visto mal, entendido erróneamente, y no queremos que por esto no sólo se acaben nuestras posibles negociaciones con esa persona, sino que también tengamos un potencial enemigo. De esta manera sólo actuando contrariamente a lo que sentimos, sonriendo quizás, podamos comprender que en un segundo encuentro esa persona era totalmente opuesta a lo que creíamos, para bien o para mal.
Otras tantas veces no tenemos la opción de elegir con quien nos vamos a relacionar, ya sea en un trabajo, un curso, o cualquier situación de la vida. No controlamos todo y eso menos. Y aunque muchas veces no soportemos en absoluto a alguien, puede ser muy contraproducente declararle nuestro desprecio, es más prudente evitar ese tipo de enfrentamientos lo máximo posible. Al final la tolerancia traerá la paz, si es que aquello es lo que en verdad queremos, no?
Siguiendo un poco mas con lo anterior, se imaginan que feo que sería ver a una persona que sabe que no nos cae bien durante todos los días? Lo más triste es que a lo mejor nosotros sí le caíamos bien, pero como lo rechazamos o le mostramos que él no nos parecía agradable terminó odiándonos mal. Tal vez, si esperábamos un poco veíamos los intereses en común que teníamos, y que las diferencias eran sólo cuestión de piel.
Es por esto que sigo argumentando que esperar y no ser del todo directos y sinceros puede ser mucho más productivo no solo para nuestra vida social si no, a gran escala, para toda la sociedad, ya que si todos cortamos nuestros lazos estaríamos odiándonos mutua y continuamente no generando guerras ni nada por el estilo, si no cortando lentamente los lazos sociales que atan la interacción, nos volveríamos Más egoístas, en el mal sentido, y por mas buenas que pudieran llegar a ser nuestras acciones terminaríamos solos y bien muertos.
Para decirlo con otras palabras, no tenemos que mentir descaradamente respecto de todo, sólo ser sinceros en la justa medida, lo necesario para que la gente confíe en nosotros, ni más ni menos. Hay que ayudar a los demás y tratar de relacionarnos mas con quienes nos caen bien y comparten nuestros valores, pero si la “diplomacia” no sirve, se puede ser directo, para preservar la propia salud mental, hay que ver si es peor estar solo o mal acompañado, teniendo en cuenta que siempre alguien nos ve y que tu dime con quien andas y te diré quien eres…